Premio categoría general del XIII concurso ‘La Ciencia y tú. Soy una gota de agua’
SOL 802 / MARÍA ELENA MÍNGUEZ PARIENTE
Querida Dra. Evelis,
Desde hace algunos soles mis baterías alertan de un agotamiento en el suministro de energía. Apenas alimentan ya algunos de mis circuitos y prácticamente la mayoría de los instrumentos se encuentran desactivados. Se acerca mi final. Tú y yo sabíamos que esto acabaría ocurriendo, a pesar de haber sobrepasado la esperanza de vida que, para un rover como yo, explorando un planeta como este, cualquier ingeniero jamás hubiera pronosticado.
En el sol 800 he recogido la que será la última muestra del suelo de este planeta. Como en otras ocasiones, la extraje de lo que parece haber sido el lecho de un gran río. El suelo escamado y hosco se deshace en una liviana arena nada más rozarlo pero, a pesar de ello, las huellas de su caudal no las ha borrado la implacable radiación ni las tormentas de arena; en las orillas los estratos se superponen como las páginas de un libro, grandes piedras se apelotonan en los deltas de sus afluentes interrumpiéndose unas a otras y algunos sedimentos sortean surcos serpenteantes como si hubieran querido abrirse paso hacia el corazón de la corriente. Mis circuitos pueden lograr imaginar el movimiento continuo del agua cubriendo este lecho, arremolinándose en recodos caprichosos, esquivando con ímpetu obstáculos y volviéndose perezoso en su parte más ancha. Evelis, quizá represento todo esto como recuerdo de nuestro planeta y entonces es cuando me pregunto si en este lugar llovió, si el petricor también inundó el aire, si el discurrir del agua indujo a alguien una placentera siesta sobre una yerba acogedora y si algún ser se tumbó sobre el agua, flotó y soñó.
Estabas en lo cierto cuando, incansable en tus argumentos y tozuda en la persuasión, defendiste ante el Sanedrín la importancia de llevar a cabo esta misión. Sin embargo, quizá porque ya soy viejo y me siento apagar, mi humilde alma de rover redondea esta experiencia y alumbra la idea de que este planeta ofrece un conocimiento mucho más revelador para nosotros del que tú proyectaste. Todos mis sistemas estuvieron orientados para averiguar si aquí en algún momento hubo agua, si existieron otros recursos energéticos y si con ellos aquí existió algún tipo de vida. El flujo de energía de mis circuitos es escaso y mis ruedas ya no pueden avanzar ni un metro más. Se acerca mi final, así que, hazme un favor y escucha. Escucha a través del micrófono. Sólo unos instantes. En este punto el silencio no se impone como verdadero sino que se escucha un crepitar continuo y accidentado que rebota desde las entrañas del suelo. Hace varios soles que a medida que avanzo hacia el norte, este rumor se hace más intenso. Estoy seguro que, en el grupo de rocas que se levantan frente a mí, y escondida en alguna profunda oquedad protegida por la angostura y enormidad de esas moles, fluye el agua a través de canales subterráneos. Atiende Evelis. Esto se acaba y no hay tiempo que perder. Se me ha ocurrido la forma de avanzar unos cuantos metros y acercarme un poco más hacia esas rocas. Eso sí, para ello tendré que agotar por completo toda mi energía. Te lo explicaré. Desde donde me encuentro hasta el pie de aquellas rocas hay aproximadamente treinta metros. Aprovecharé el pequeño precipicio que tengo a escasos dos metros, me arrastraré hasta él usando a modo de palanca el brazo articulado contra la roca de mi derecha. A continuación, y una vez en el borde, con un último efecto de pértiga, caeré a través de una pendiente no muy pronunciada hasta ser parado por las rocas que se avistan al fondo. Allí reposaré para siempre y sólo quedará activo el micrófono para que puedas escuchar el correr del agua.
Espero que toda las imágenes que os he enviado, el resultado de decenas de experimentos llevados a cabo y las muestras que he dejado dispersas a lo largo de este suelo, y que en breve vendréis a recoger, os sean de gran utilidad para conocer mejor este mundo que ahora es yermo e inhóspito. A través de mis análisis no he llegado a ninguna hipótesis concluyente sobre cómo pereció de este lugar. Confío en que vosotros lo averiguaréis. Pero hasta que llegue ese momento y mientras escuchas el sonido de este planeta al que llamaron Tierra, cuidad del nuestro porque aquí hay agua pero no hay vida.