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¡Cuidado con el parqué!

02.10.10

En el libro «La memoria del mundo: cien años de Museología: 1900-2000» (Ediciones Trea, 2002) la autora, María Bolaños (Profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid y Directora del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Escultura) recorre el arte, la historia y la filosofía del siglo pasado a través de una cuidada selección de textos, testimonios y documentos.

En el capítulo titulado «Un museo de extensión planetaria» puede leerse un artículo del famoso museólogo canadiense Duncan Cameron (1930-2006), uno de los padres del Ontario Science Centre de Canadá: ¡Cuidado con el parqué!

Transcribimos a continuación un divertido pasaje de este artículo. Esperamos que lo disfruten.

¡Cuidado con el parqué!

Nunca olvidaré el affaire de los abrillantadores de parqué frustrados.
La historia, aunque increíble, es verdadera. Sucedió en 1957, en un importante museo de una gran metrópoli. Dicho museo, un gigante adormecido durante varias décadas, empezaba a cobrar vida: la primera exposición realmente importante desde hacía años, acababa de abrirse a un público impaciente.

Estaba en mi despacho cuando se abrió la puerta: “¡Hay que detener esto… De inmediato… Hay que detener esto!”. Mi interlocutor era el director de las salas que albergaban la exposición. Tenía la cara congestionada y la voz temblorosa. ¡Estaba furioso!. Le pregunté qué era lo que había que detener.

“Todas esas sandeces en la prensa, en la radio, y toda esa propaganda a propósito de la exposición. Nunca se ha hecho nadaparecido y hay que detenerlo”.

En el curso de la viva discusión que sostuvimos, se puso de manifiesto que, durante muchos años, el personal a sus órdenes había arraigado un enorme sentimiento de orgullo por el brillo del magnífico parqué del museo. Ahora, y debido al desfile de la muchedumbre por el edificio les resultaba imposible mantener el brillo de su barnizado.

Desde el punto de vista de mi interlocutor, la solución a este problema consistía en dejar de fomentar el aflujo de visitantes. ¡Y lo decía totalmente en serio!

(¡Al cuerno con el público!. Duncan Cameron, 1968)

(Nuestro agradecimiento a Guillermo Fernández (de Proyectos museográficos «La máquina de hacer nubes») por enviar esta pequeña joya).


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