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Anillamiento científico por el Día Mundial de las Aves

El fin de semana del 4 y 5 de octubre se celebró a nivel mundial el Día de las Aves 2025. Con motivo de este evento el Museo de la Ciencia de Valladolid organizó una jornada de anillamiento científico en uno de los islotes de El Palero, el más próximo al Museo y en el que desde hace 16 años se viene organizando distintas jornadas de voluntariado ambiental con la finalidad de restaurar el ecosistema de ribera y darle un uso educativo-científico a este espacio.

¿Qué es el anillamiento científico?

Se trata de un método de marcaje e individualización de las aves mediante la colocación de una anilla metálica que incluye un código alfanumérico único. Este código dota al ave de una identidad, a modo de DNI, y permite identificar cada ejemplar anillado de forma inequívoca. De este modo, en caso de recaptura podremos conocer el lugar y la fecha en que se anilló el ave, así como los datos identificativos (edad, sexo, especie), biométricos (longitud del ala y de la octava primaria) y de condición física (peso, reservas de grasa, condición muscular) tomados durante el proceso de anillamiento. Todos estos datos pueden ser utilizados en estudios de longevidad, rutas migratorias, estado de salud de las aves, dinámica de poblaciones, gestión del hábitat, etc.

Anillador tomando datos de una de las aves capturadas

¿Cómo se capturan las aves?

Las aves son capturadas en redes verticales, invisibles para las aves, denominadas redes niebla (imagen), colocadas en lugares estratégicos entre la vegetación. Estas redes son inocuas para los ejemplares capturados, ya que la luz de la misma está calculada para que el ave queda embolsada. En caso de que algunas partes del cuerpo queden enredadas (alas, cabeza o patas), los anilladores extraen el ejemplar con mucha precaución y conforme a técnicas que aseguran en todo momento el bienestar del ave.

Redes niebla instaladas en el islote de ‘El Palero’

Resultados y conclusiones

Durante la jornada de anillamiento de la mañana del sábado 4 se anillaron un total de 33 aves pertenecientes a 8 especies: curruca capirotada (19), mosquitero común (4), petirrojo (2), ruiseñor bastardo (2), papamoscas cerrojillo (2), mirlo común (2), carbonero común (1) y carricero común (1).

De los datos obtenidos podemos extraer algunas conclusiones interesantes para el estudio de estas especies. Por ejemplo, el alto número de ejemplares de curruca capirotada capturados, así como la abundante acumulación de grasa que exhibían, indica que se trataba de ejemplares en pleno proceso de migración hacia sus cuarteles de invernada presaharianos. Los ruiseñores bastardos y el carbonero común presentaban escasa acumulación de grasa, por lo que seguramente se trataba de ejemplares residentes. Los mosquiteros comunes capturados indican la reciente llegada de migrantes de esta especie, también presahariana, ya que unos días antes su presencia era testimonial en el islote. En cuanto a los papamoscas cerrojillos y el carricero común se trata de migrantes transaharianos, cuyo pico de ejemplares en migración se produce en el mes de septiembre, por lo que posiblemente nos encontramos ante los últimos ejemplares en esta zona. También podemos deducir, por ejemplo, que la comunidad de aves presente en la zona el día de la captura estaba fuertemente dominada por la curruca capirotada, mientras que el carricero común tenía poca relevancia en la misma.

Como hemos tratado de evidenciar con estos ejemplos, el anillamiento científico constituye una herramienta fundamental para el estudio de las aves, contribuyendo de forma efectiva a la conservación y gestión de las mismas y sus hábitats, y aportando gran cantidad de información valiosa para la investigación, compensando de este modo las molestias que sufren los ejemplares capturados.

Curruca capirotada macho
Carricero común
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