Tenía que llover…
La llegada del agua después de un prematuro período cuasi veraniego, ha provocado en muchas personas una creciente sensación de malestar con la atmósfera. El comienzo de lluvias y nevadas, coincidiendo con la Semana Santa y su continuidad posterior, ha provocado que el mes de abril se haya hecho muy largo para quienes gustan de temperaturas agradables y vientos en calma. Sin embargo, las precipitaciones que desde hace unos unas semanas se vienen produciendo de forma intermitente constituyen un regalo venido del cielo, y nunca mejor dicho, para el campo y el medio natural.
A fecha 26 de abril, los embalses de la Cuenca del Duero se encontraban al 57,4% de su capacidad total. Traducido a cifras esto significa que de los 2.772 Hm3 que pueden almacenarse, solamente 1590 estaban embalsados, 824 menos de los que había el año pasado. Estos datos dan una idea de la apremiante necesidad de agua que había, y que aun hay en el suelo y los reservorios hídricos naturales. La falta de agua ha influido de forma notoria en crecimiento de los cultivos, lo que ha provocado el riego prematuro en algunas zonas con la consiguiente detracción de agua de ríos y acuíferos, de por sí bajo mínimos.
Además de este perjuicio de ámbito más económico, la lluvia también era muy necesaria en el medio natural. Los cauces no han sufrido crecidas invernales, tan necesarias para la limpieza de los restos vegetales y sedimentos acumulados durante el verano y otoño, y actualmente sus caudales son muy escuetos. Así, el caudal del Pisuerga a su paso por Valladolid es actualmente de 46 m3/s, cuando el valor de referencia es de 847 m3/s, alcanzándose a principios del mes de marzo el mínimo de los últimos 10 años, con 19,4 metros cúbicos. Estos caudales tan exiguos pueden afectar a la reproducción de algunas especies piscícolas como la trucha común (Salmo trutta), así como provocar que las sustancias contaminantes alcancen concentraciones más altas y por tanto más peligrosas para la vida acuática.
Otro tipo de hábitats afectados por la sequía, y que con las precipitaciones actuales notarán alguna mejoría, es el de los humedales esteparios, muy importantes en nuestra comunidad y en la provincia de Valladolid. En años de precipitaciones abundantes estos humedales constituyen lugares muy importantes para la migración y nidificación de algunas especies de aves, además de albergar comunidades planctónicas de enorme valor. Los bosques y otras formaciones vegetales también agradecerán las últimas lluvias recibidas, ya que paliarán un posible estrés hídrico, además de ayudar a prevenir incendios como los que se han venido produciendo en algunas comarcas castellano y leonesas en los últimos meses.
Por tanto, aunque no siempre llueva a gusto de todos, bienvenidas sean las lluvias tan propias de este mes, como así recoge el refranero popular: “abril, aguas mil”; “marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso”.