Entrega de premios del concurso de relato breve ‘Heredar谩s la Tierra’
El Museo de la Ciencia de Valladolid y el Norte de Castilla entregaron el viernes 20 de mayo los premios del VI concurso de relato breve 鈥楲a Ciencia y t煤鈥. Un certamen que ha alcanzado su sexta edici贸n y que en esta ocasi贸n propuso el tema 鈥楬eredar谩s la Tierra鈥.
El jurado, formado por ambas entidades organizadoras, ha tenido en cuenta la originalidad de los trabajos, la adecuaci贸n al tema propuesto y la calidad en la redacci贸n. De esta forma, Basilio Ruiz Cobo, de Tenerife, ha ganado la categor铆a general con su relato 鈥楾e voy a regalar el viento en el alcornoque鈥; mientras que el brasile帽o Alejandro Cort茅s Fl贸rez, de 14 a帽os de edad, se ha alzado con el premio en la categor铆a infantil 鈥 juvenil, con 鈥楿n mensaje del futuro鈥.
En esta l铆nea, la recepci贸n de relatos procedentes de diferentes partes de Espa帽a y el mundo demuestra la consolidaci贸n del certamen, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Adem谩s, teniendo en cuenta el talento demostrado en funci贸n de su edad, el jurado decidi贸 brindar una menci贸n extraordinaria, dentro de la categor铆a infantil 鈥 juvenil, a la vallisoletana Carmen Fern谩ndez Garc铆a, estudiante de 7 a帽os del colegio Elvira Lindo de Arroyo de la Encomienda.
Por 煤ltimo el premio del p煤blico, votado a trav茅s de la red social twitter, ha reca铆do en el tambi茅n vallisoletano, V铆ctor Manuel del Pozo G贸mez, con su relato 鈥楿n nuevo comienzo鈥.
Los encargados de repartir los premios, consistentes en carn茅s de amigos del Museo de la Ciencia, libros firmados e invitaciones a catas, fueron Javier Aganzo, director de El Norte de Castilla; In茅s Rodr铆guez Hidalgo, directora del Museo de la Ciencia; y los escritores, Clara Grima Ruiz y David G. Jara.
A continuaci贸n, os dejamos los relatos ganadores.
TE VOY A REGALAR EL VIENTO EN EL ALCORNOQUE
CATEGOR脥A GENERAL – BASILIO RUIZ COBO
Constancio entr贸 despacio en la habitaci贸n de su nieta. 驴Puede haber algo m谩s hermoso que una ni帽a de dos a帽os dormida con el sol en la cara?
Comenz贸 a susurrar para no despertarla. 鈥淎licia, esta ma帽ana tu mam谩 se fue tan r谩pido al trabajo que no pude dec铆rselo: es maligno, y tiene met谩stasis, y me quedar谩 un a帽o o a帽o y medio. Y me da mucha rabia porque no me da tiempo a ense帽arte lo importante. Ver谩s: Vas a heredar todo lo que tengo. Y 驴sabes? Soy inmensamente rico: Tengo el pecho tan lleno de felicidad que me va a estallar por las costuras de las costillas; y tengo la luminosa liviandad de tu abuela a los 20 a帽os y las arrugas de re铆r que ten铆a antes de morir; y tengo las manadas de trompas grises y blancos colmillos; y el ruido silencioso de los cocodrilos sumergi茅ndose en la tarde del rio; y las gotas de roc铆o atrapadas en la transparencia de la tela de ara帽a; y el humo de le帽a interrumpido por el campanilleo de ovejas al atardecer de los pueblos del norte de Castilla; y el br铆o en las crines de los potros salvajes; y el cari帽o en los ojos avergonzados de los amigos que vendr谩n a verme cuando vaya a morir.鈥
鈥淧ara que puedas heredar el mundo tienes que aprender a aprehenderlo. Tienes, Alicia, que aprender a querer saber y as铆, s贸lo as铆, aprender谩s a saber querer. Tienes que aprender lo que son el ribosoma, el jacobiano y el floema; el solutrense, los piroclastos y el glu贸n; la serotonina, los cu谩sares y el hipot谩lamo. Tienes que aprender por qu茅 nace una flor, entender el olor de la lluvia, el ulular de un b煤ho, y por qu茅 es necesaria la muerte para que brille la vida, delicada y breve, pujante y pertinaz鈥 incluso con met谩stasis…鈥
– Ummm 隆Hola, Buelito! 驴Vamos a ir al paaque?
– Buenos d铆as, Ali. Claro, claro, pero antes vamos a desayunar y luego vamos a ver un alcornoque muy viejo 驴sabes? y vamos a escondernos entre las ramas y te voy a regalar el viento…
UN MENSAJE DEL FUTURO
CATEGOR脥A INFANTIL JUVENIL – ALEJANDRO CORT脡S FL脫REZ
De aquella tarde, lo 煤nico que recuerdo es que estaba presentando mi proyecto que consist铆a en una m谩quina capaz de conducir la materia a la velocidad de la luz, sin desintegrarla. Cuando volv铆 en m铆, me encontraba en un lugar des茅rtico, con un calor abrasador y tanta sed como nunca antes hab铆a tenido.
Aquello no pod铆a ser un sue帽o; pues esta vez el reloj de arena que cronometraba mis expediciones on铆ricas, no estaba presente. S贸lo sab铆a que necesitaba con urgencia beber agua. Como por arte de magia, apareci贸 un nav铆o en medio de la arena que dejaba a su paso inmensas olas doradas. El capit谩n, un hombre de cabellos color plata, me lanz贸 un rollo de papel que ten铆a la textura de las alas de las lib茅lulas y una botella color cielo llena de agua.
Desatendiendo a mi sed, abr铆 el rollo y encontr茅 la siguiente leyenda escrita con mi propia
letra: A trav茅s de los tiempos, heredar谩s la tierra; cultivar谩s en ella el fruto de tu consciencia. S铆 cuidas de tu casa, del aire y de las aguas que son tu patrimonio, legar谩s a tu estirpe el mundo que forjaste; si depredas tu h谩bitat, el coraz贸n del tiempo se enfermar谩 de muerte y el suelo que heredaste ser谩 una pesadilla. Con cari帽o, tu yo futuro.
Cuando termin茅 de leer la 煤ltima l铆nea, me encontr茅 aterrizando en medio de fuertes turbulencias. En un lapso de tiempo que me pareci贸 eterno, el avi贸n se pos贸 sobre el suelo, al tiempo que una voz met谩lica anunciaba el arribo al aeropuerto de mi ciudad. Al descender, los pasajeros celebraban emocionados el milagro de haber sobrevivido a aquel vuelo en donde por un momento se perdi贸 el control. Sin mucha claridad sobre lo ocurrido, camin茅 como un aut贸mata y recuper茅 mi equipaje. Cuando llegu茅 a mi casa mis padres me ense帽aron el peri贸dico del colegio en donde mi fotograf铆a fue publicada alabando mi presentaci贸n en la Feria de Ciencia Ficci贸n. Yo me limitaba a sonre铆r, pues no ten铆a ninguna historia veros铆mil para contarles.
Cuando me retir茅 a mi habitaci贸n, encontr茅 en mi equipaje un papel con textura de alas de lib茅lula y una botella color cielo que viajaron conmigo desde alguna parte. Ahora ten铆a una raz贸n m谩s para seguir creyendo que el presente que no es m谩s que nuestro propio futuro visto desde otro 谩ngulo de eso que llamamos tiempo.
HEREDAR脕S LA TIERRA
MENCI脫N EXTRAORDINARIA – CARMEN FERN脕NDEZ GARC脥A
Hab铆a una vez un Reino en el que los habitantes eran muy derrochadores. Ese Reino estaba muy lejos y nadie lo conoc铆a. Hace muchos a帽os era un lugar precioso, con un medio ambiente muy cuidado, pero lleg贸 un Se帽or llamado D. Gast贸n, que era muy derrochador y un d铆a fue de picnic, estaba haciendo tonter铆as con el agua y gast贸 tanto agua que de repente cay贸 un caracol de la fuente y lo quiso como mascota.
Don Gast贸n decidi贸 llevarle al bosque, y pens贸 que ser铆a su casa, as铆 que cort贸 un 谩rbol centenario para hacerle una casa a su mascota, el caracol llamado 鈥淟ent铆n鈥. La madera que sobr贸 la tir贸 a la basura que ni siquiera cab铆a. As铆 que para que cupiese mejor la cort贸 y reparti贸 trozos de madera por todas las papeleras del pueblo y como tampoco cab铆an se fue a una ciudad y tir贸 todo lo dem谩s al contenedor del vidrio.
Pero lo vio la min煤scula Hada Natura, que por supuesto se lo dijo a D帽a. Ambiente, quien r谩pidamente fue a casa de D. Gast贸n aunque era muy de noche. El Hada Natura y D帽a. Ambiente se introdujeron en sus sue帽os y D. Gast贸n so帽贸 que sus hijos heredar铆an la tierra鈥 En ese mismo instante se despert贸 y decidi贸 cuidar mucho el medio ambiente. Recuper贸 el 谩rbol que tir贸 para hacer ventanas y puertas para los habitantes que lo necesitaban, y tambi茅n casas para otros animales amigos de 鈥淟ent铆n鈥.
Los habitantes de ese Reino ya no tuvieron fr铆o en sus casas y decidieron cuidar los 谩rboles del bosque, el agua y toda la naturaleza porque se dieron cuenta que as铆 el Reino ser铆a m谩s agradable para vivir y gracias a la Ciencia podr铆an reutilizar los recursos naturales que ten铆an.
UN NUEVO COMIENZO
PREMIO DEL P脷BLICO – V脥CTOR MANUEL DEL POZO G脫MEZ
El d铆a en que todo cambi贸 amaneci贸 como cualquier otro. La negra nube de contaminaci贸n se cern铆a sobre Valladolid. Nada nuevo. Preparaba una infusi贸n de rocas africanas con la poca agua desalinizada que me restaba, cuando alguien llam贸 a la puerta.
– 隆Tienes que venir! 隆R谩pido! 鈥 Arturo parec铆a bastante excitado.
– 驴Qu茅 sucede? – quise saber.
– Coge tu soporte vital y v谩monos. Te lo explicar茅 por el camino. Pero no lo hizo.
Conduc铆a su locom贸vil en silencio por la avenida de Salamanca, alimentando ocasionalmente a la insaciable caldera. Probablemente iba pensando en lo tarde que la humanidad comprendi贸 que los combustibles f贸siles eran una amenaza. Un anciano cruz贸 la calle arrastrando un carrito con el indispensable ox铆geno. Hac铆a a帽os que nadie pod铆a salir al exterior sin bombona. Me entretuve mirando a aquel hombre de unos treinta a帽os de edad. En otros tiempos habr铆a sido joven, sin embargo, en este entorno hostil su vida tocaba a su fin. Arturo tambi茅n debi贸 reparar en 茅l porque me pregunt贸:
– 驴Qu茅 mundo quieres dejar a tus hijos cuando mueras?
– Sabes perfectamente que no tengo hijos. 鈥 repuse.
– Sup贸n que los tuvieras, 驴Qu茅 clase de mundo te gustar铆a dejarles?
– Desde luego, no este mundo.
Record茅 las historias de mi abuelo acerca de un cielo siempre azul, de cientos de p谩jaros capaces de oscurecer algo llamado sol, de 谩rboles frondosos y verdes. Quisiera dejar a mis hijos un mundo as铆, pero sab铆a que era imposible pues mi abuelo hab铆a vivido en otra 茅poca, antes de que la 煤ltima planta se secara, y de que el ultimo animal se extinguiera.
– 隆Ya hemos llegado! 鈥 exclam贸 triunfal Arturo. Se帽al贸 las ruinas del antiguo museo de la ciencia, destruido durante la guerra del petr贸leo y a帽adi贸 鈥 Es ah铆.
Agarr茅 mi pesada bombona y lo segu铆 por la monta帽a de escombros. En la parte m谩s alta Arturo esperaba agachado junto a un peque帽o mont贸n de tierra arrastrada por el viento de la cuenca por donde anta帽o fluyera el rio Pisuerga. Me acerqu茅 para ver lo que miraba.
– 驴Es鈥? 鈥 inquir铆 incr茅dulo, pues jam谩s hab铆a visto una. 脡l asinti贸. – Pens茅 que ya no exist铆an, que se hab铆an extinguido hace d茅cadas鈥 隆Es preciosa!, no 隆es fabulosa!
– Es todo eso y m谩s. 鈥 con suma ternura acarici贸 con las yemas de sus dedos los p茅talos rosados de la flor. – Es un nuevo comienzo.