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Relato finalista ‘Premio del público’ del XI concurso ‘La Ciencia y tú’

#RELATO 2: PATIO DE LUCES

En la Tierra se construye hacia arriba. En Marte construimos hacia abajo. Somos un grupo de siete mineros y una gata que viven y trabajan en la base VMGoldschmidt haciendo acopio de materiales para futuras misiones.

Las dependencias de la base están distribuidas alrededor de un pozo que me recuerda al patio de luces de la casa de mi abuela, pero las paredes del pozo están cubiertas de papel de aluminio. La luz del Sol llega desde unos heliostatos situados en la ladera sur de una colina cercana, se refleja en la semicúpula situada en lo alto del pozo y sufre una tercera reflexión en los espejos abatibles de cada ventana. De esta forma mantenemos iluminada y caliente cada dependencia de la base.

El vivir bajo tierra también nos mantiene alejados de la dañina radiación del espacio y de las tormentas solares.

Nuestros vecinos, Ana y Domingo, no creen que sea necesario vivir bajo el suelo para estar seguros. Viven a 15 km de aquí, al otro lado de la colina. Ellos han optado por una casa con vistas al exterior. Para conseguir protección contra la radiación tiene varias habitaciones bajo en suelo y algunas de las habitaciones superiores tienen paredes inflables con agua en su interior. Ahora son nuestros únicos clientes en Marte pues nos compran filamentos, orgánicos y metálicos, y varillas de vidrio para sus impresoras 3D y otros materiales para ampliar y mejorar su casa.

Ana es la tercera hija del exitoso empresario Mauricio Esteban. Mauricio consiguió ir enlazando sucesivos negocios de éxito. Empezó inventando varios sistemas que permitían almacenar los excedentes de energía de las renovables. Después de hacerse rico con este negocio, vendió las patentes y desarrolló un sistema para obtener grandes cantidades de agua potable del mar, aprovechando la diferencia de temperatura entre las capas superior e inferior. Para aprovechar los excedentes de agua sin vender, montó granjas de microalgas modificadas en los desiertos de Australia y Namibia donde obtenía grandes cantidades de biocombustibles y alimentos. Las harinas de algas no tuvieron mucho éxito al principio, pero entonces explotó ese volcán en el Caribe y arruinó las cosechas de los campos de Norteamérica. La hambruna de muchos países hubiera sido peor si Mauricio no hubiera adaptado rápidamente sus granjas para producir microalgas comestibles en vez de biodiesel.

Después de esto, invirtió en la construcción de hoteles flotantes al lado de algunas de las islas turísticas más importantes. Uno de los arquitectos responsables de de este proyecto fue Domingo, su yerno.

Llevamos tres días sin contactar con ellos. Será por la tormenta solar, que dificulta las comunicaciones. En estos días hay poco trabajo en el exterior y hacemos trabajos de mantenimiento pendientes en el interior. También nos relajamos viendo a la gata Shaki subir y bajar la escalera, de descansillo en descansillo. La tarde de aquel día, estaba ayudando a Fran, nuestro biólogo y cocinero a cuidar los estanques de microalgas cuando vimos una variación extraña en la intensidad de luz que entraba desde el patio de luces. Nos mosqueó pues no había viento que pudiera agitar los endebles heliostatos. Enfocamos una de las cámaras exteriores hacia los heliostatos y vimos una figura humana tumbada y zarandeando uno de los heliostatos. A pesar de la intensa tormenta solar, salimos con el todoterreno y nos acercamos al lugar. Allí estaba Ana tumbada sobre el suelo y atada a un trineo con un arcón recubierto de bolsas de agua superpuestas como las escamas de un pez. Trasladamos a Ana, agonizante, y al arcón al interior de la base. Nos llevamos una sorpresa cuando abrimos el arcón y encontramos a una bebé azulada y pero viva envuelta en capas y capas. Junto a la niña había una unidad de memoria que les servía de diario.

Al final del diario contaba como Ernesto, el robot-mayordomo, había aprovechado la tormenta solar para sabotear las comunicaciones y los sistemas de soporte vital de la vivienda. Al descubrir Domingo el sabotaje, hubo una pelea entre humano y robot. Domingo murió, pero Ernesto quedó seriamente mutilado y huyó con el vehículo de la pareja.

No teníamos noticia de ningún bebe nacido en Marte, pero no cabe duda que la niña es hija de Ana y Domingo.

Ana recobró brevemente la consciencia para decirnos:” Alguien ha hackeado a Ernesto desde la Tierra. Cuidad de la niña y, sobre todo, que no se enteren en la Tierra que la niña vive”.

Y aquí estamos, siete mineros, una gata y un bebe.

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