Islote de El Palero. 4 años después… (I)
A finales de noviembre de 2008, el Museo de la Ciencia organizó las primeras jornadas de voluntariado en uno de los tres islotes actuales de El Palero. Fueron tres días de trabajo con los que se iniciaba el programa de restauración y puesta en valor de este espacio ribereño. La instalación previa de una pasarela de madera que permitía el acceso desde la margen derecha del río, fue el paso definitivo para iniciar este proyecto.
Las condiciones en que se encontraba el islote auguraban mucho trabajo: basura y residuos de todo tipo, depositados tras las crecidas del río, se desperdigaban por toda su superficie; la vegetación arbustiva y herbácea había desaparecido casi por completo debido a la presencia de conejo; los abundantes rebrotes de olmo hacían intransitable la parte más alta del espacio ribereño; por contra, el extremo norte del islote aparecía prácticamente desnudo de vegetación debido a las recientes obras de construcción de la pasarela peatonal que une el Museo con la margen izquierda del Pisuerga.
Estas primeras jornadas fueron las más laboriosas, ya que hubo que podar, entresacar y retirar mucha madera muerta, limpiar residuos de la superficie, plantar un buen número de pequeños ejemplares de diferentes especies ribereñas (cedidas por ARBA), construir un observatorio para aves y en cuadro de control para proteger una parcela de vegetación de la voracidad de los conejos, colocar un panel interpretativo y varios postes indicadores, montar y colgar varias cajas nido y anclar a la orilla tres biorrollos (un elemento usado en restauración ambiental para proteger orillas degradadas).
En estas jornadas, financiadas por el programa de Voluntariado en Ríos de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), participaron un total de 44 voluntarios y voluntarias, y constituyó el inicio de su mejora ambiental y la puesta en marcha de la Estación Biológica del islote de “El Palero”. Tras su finalización, el islote presentaba un aspecto totalmente diferente al que tenía tres días antes. Ahora sólo quedaba esperar, confiar en que la evolución natural devolviera al espacio su aspecto más natural y estar atentos a posibles incidencias meteorológicas, hidrológicas o de otro carácter para intervenir de nuevo y favorecer su restauración.