Cuando calienta el sol…
Esa gran bola de fuego que está en nuestro cielo, siempre nos ha traÃdo de cabeza;  primero que si dÃa y noche, luego que si giraba alrededor de quién, y otros asuntos que los astrofÃsicos y demás sabios se esfuerzan por seguir resolviendo.
Las modas relacionadas con el astro rey han ido cambiando a lo largo del tiempo. A finales del siglo XIX y principios del XX, tener la piel blanca era señal de riqueza y buena vida. Sólo los trabajadores que estaban expuestos al sol, por pura necesidad, tenÃan la piel morena. Pero al ritmo que los hábitos de vida y la moda femenina fueron cambiando, diseñadores como Balenciaga y Coco Chanel, punteros a principios del siglo XX, empezaron a ampliar escotes y recortar faldas. Ahora lo ‘chic’ era estar un poco morenita.
En los años cincuenta la moda del bronceado empezó a ganar adeptos. Las playas se llenaron de sombrillas y los potenciadores del moreno eran imprescindibles, hasta el aceite de oliva valÃa. Al llegar los años 70, con la revolución del bikini, un rayo de sol le trajo el amor a Los Diablos, entonces no se conocÃan los efectos nocivos de este astro en la piel. Pero 40 años después, dermatológicamente hablando, broncearse ya no está de moda.
Una peligrosa adicción
Para comentar los efectos del sol en la piel, es necesario distinguir los tres tipos de radiaciones solares: A, B y C. Los primeros son los más frecuentes, afectan al envejecimiento de la piel y provocan cambios de pigmentación y arrugas. Los UVB no llegan con tanta intensidad a la Tierra, pero son los más nocivos y los responsables del cáncer de piel. Por último, los de tipo C, los más energéticos, no llegan a la Tierra porque, afortunadamente, son absorbidos por la atmosfera y retenidos por ella.
Cuando tomamos el sol, el cuerpo genera endorfinas, las llamadas hormonas del bienestar. Ellas son las culpables, junto a la moda, de nuestra adicción a estar morenos.
Sin embargo, lo que se desconoce es que cuando la piel adquiere ese tono cobrizo que tanto gusta, es por una respuesta celular. Al recibir la radiación ultravioleta, como forma de defensa, las células generan melanina, un pigmento que se transfiere a la epidermis y es el responsable del color que adquiere el cuerpo. Ésta es una sustancia protectora natural, que absorbe los rayos ultravioletas y evita que se dañen las células vivas; es decir,  las células afectadas por la radiación se ‘suicidan’ para que sus genes defectuosos no traspasen a las células hijas. Pero cuando se produce una irradiación excesiva la piel se quema, indicando que se han producido muchas mutaciones y el ‘suicidio’ de muchas células, lo que supone que muchas de las lesionadas por los rayos ultravioleta son incapaces de desaparecer y a largo plazo pueden dar lugar a un cáncer de piel.
Para los dermatólogos lo ideal serÃa que la gente no tomase el sol, pero eso es muy difÃcil, por lo que es importante seguir unas pautas para hacerlo de la mejor forma posible.
1-Â Â Â Â Es importante conocer el fototipo de piel de cada persona. Cada piel tiene caracterÃsticas diferentes y la tolerancia al sol de cada una es distinta.
2-Â Â Â Se recomienda no tomar el sol entre las 12:00 y las 16:00 horas, puesto que cae de lleno.
3-   Utilizar un buen filtro solar. La Unión Europea determina cuatro categorÃas de protección: muy alta, alta, media y baja. Además, todos deben proteger tanto de los UVA como de los UVB. El número del factor indica el grado de protección, o cuánto se prolongará en condiciones ideales la exposición sin quemaduras. Por ejemplo, si una persona se quema después de una exposición de 20 minutos, con un factor 20 tardarÃa 20 veces más, es decir, 400 minutos. De todas formas, el filtro no sustituye al sentido común de cada persona. La tendencia general es que si la persona no se quema, está más horas al sol, por lo tanto recibe más rayos UVB y sufre las consecuencias. Ningún filtro impide el acceso total de los rayos solares.
4-    No es recomendable que los niños menores de 3 años se expongan directamente al sol, debido a que su piel es extremadamente vulnerable. Se recomienda gafas anti-UV, un sombrero de ala ancha, una camiseta y protección solar alta en la piel expuesta.
Cabinas de rayos UVA
La gran importancia que se da a la estética en nuestros dÃas ha contribuido al auge de las cabinas de rayos UVA. Broncearse en estos aparatos tiene una ventaja indiscutible: poder mantener un tono de piel dorado durante todo el año con un método limpio, rápido y efectivo. Sin embargo, hay que usarlas con cabeza y en su justa medida. Por ello algunos dermatólogos los desaconsejan ya que, en exceso, agotan los sistemas de autodefensa de la piel y producen fotoenvejecimiento cutáneo. Lo importante es tomar siempre precauciones. Acudir a centros de probada calidad, ponerse siempre protección solar o no excederse en los tiempos de exposición recomendados son algunos de los consejos.