“Aunque hemos avanzado mucho, ir a la Antártida sigue siendo un desafío”, Javier Cacho
4. ¿Cómo es la vida de un científico en medio del Polo rodeado de hielo por todas partes?
5. ¿Es muy diferente de como lo vivirían Amundsen y Scott en su día?
6. Sin irnos tan atrás en el tiempo, ¿cómo han cambiado las condiciones desde que usted visitó por primera vez la Antártida en 1986 y la última?
Posiblemente el campo en el que más han cambiado las cosas ha sido en el de las comunicaciones. En la actualidad, cualquier base antártica dispone de teléfono directo, correo electrónico e Internet con el que intercambiar un volumen ingente de información con el resto del mundo. Incluso los pequeños grupos que se alejan de sus bases en tiendas disponen de comunicación vía satélite con sus familias. Sin embargo, cuando yo fui las primeras veces las cosas no eran como ahora. Las comunicaciones vía satélite estaban comenzando y todavía no estaban extendidas: nosotros no disponíamos ni de teléfono ni de fax, así que nos comunicábamos con nuestros laboratorios en España y con nuestras familias por radio a través de frecuencia públicas, por lo que nuestras conversaciones podían ser seguidas por cualquiera que estuviera conectado a esa frecuencia. Lo más privado eran los telegramas, que el radiotelegrafista enviaba y recibía en código Morse, algo que ahora nos parece… casi antediluviano.
7. Con tantas veces como ha estado en la Antártida, tendrá muchas anécdotas…
Sí, han sido bastante veces y muy intensas. Si quieren una anécdota divertida les puedo contar que siendo yo jefe de la base antártica española llegaron unos científicos coreanos que deseaban hacer investigaciones en el entorno de nuestra base. Aunque les ofrecimos compartir nuestras instalaciones decidieron montar sus tiendas de campaña y vivir en ellas, tan solo nos pidieron –me pidieron- que les señalase un buen lugar. Yo les señale un sitio precioso y protegido por el viento, sin embargo con lo que no conté fue con el clima. Esa misma noche hubo un brutal cambio de tiempo, la temperatura subió varios grados, dejó de nevar y empezó a llover. Pronto descubrieron –y descubrimos- cómo el lugar idílico que les había señalado se convertía en lago, sus tiendas en islas y todas sus pertenencias comenzaron a flotar en el agua de lluvia que allí se acumulaba. Así que a medianoche acudimos a socorrerles y les dimos cobijo en nuestra base, donde pocos días después pasamos la Navidad todos juntos. Bueno, son cosas que pasan y así lo entendieron ellos.
8. ¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Pues de una forma muy poco académica. Yo estaba preparando una conferencia sobre la historia de las exploraciones antárticas en los siglos XVIII y XIX, cuando mi ahijada llegó a mi casa y, con naturalidad, quiso saber qué estaba preparando. El resultado fue varias horas de animada tertulia con ella y sus padres sobre la exploración en la Antártida. A partir de ese momento ella, con una perseverancia asombrosa, trató de convencerme de que lo que había contado era muy interesante y que merecía que escribiese un libro para que muchas otras personas lo conocieran. Es evidente que logró su propósito y comenzaron dos años intensos para tenerlo preparado a tiempo del Centenario.
9. ¿Está satisfecho con el resultado?
La verdad es que ahora estoy doblemente contento, primero con el libro en sí mismo, y por otra parte porque en España no hay casi libros editados sobre temas polares. Eso contrasta mucho con otros países de nuestro entorno y no digamos con el mundo anglosajón. Por lo tanto, me alegro de poder contribuir con el libro a suscitar la pasión por la investigación y la exploración Antártida. Allí podemos realizar muchas investigaciones que pueden contribuir a mejorar nuestro conocimiento y nuestra vida, pero también allí los científicos tendrán la oportunidad de experimentar una forma de vida en pequeñas comunidades, donde todos son indispensables para el objetivo común, y donde sentirán la fuerza vivificadora de la naturaleza en estado puro.
10. Usted ya ha escrito más libros. ¿Cree que es la mejor manera de que la gente se acerque a la ciencia?
Comparto y respeto el culto que nuestra civilización tiene a los libros, pero no me atrevería a decir que sea la mejor manera de acerca la ciencia a la sociedad. Diría que es una más, quizás la más reflexiva porque accedes al lector en un momento muy especial, cuando se ha recogido delante del libro para prestar una atención casi religiosa a la palabra impresa. En ese momento se establece una comunicación y comunión entre el escribir y lector que no debemos menospreciar, pero evidentemente no es la única, ni muchísimo menos.
11. ¿Qué otros soportes pueden ser útiles para este propósito?
También los documentales y el cine permiten utilizar toda la potencialidad de la palabra, la imagen y la música para transmitir información científica. La prensa puede y debe informar de los avances específicos que se estén produciendo. Las conferencias permiten acercan la ciencia y el lado humano del científico. La escuela debería ser el campo natural donde los más jóvenes -en un momento en que se están abriendo al mundo- se acercasen también, con naturalidad y espontaneidad, a los campos científicos. Y no me he olvidado de los museos de la ciencia, ellos pueden ser los grandes catalizadores de todos estos procesos y a través de ellos se pueden orquestar tantas acciones para promocionar la ciencia en la sociedad y en particular entre los jóvenes. Sé que el Museo de la Ciencia de Valladolid es extraordinariamente activo y estoy seguro de que, con el paso de los años, se notarán estas actuaciones en un mayor número de jóvenes que se decidan por hacer carreras científicas. La mente de todos los seres humanos está poblada de preguntas relacionadas con nuestra realidad más próxima y con los campos más lejanos que nos podamos imaginar, y es la ciencia y los científicos quienes pueden saciar esa curiosidad innata por conocer.
12. ¿Las nuevas tecnologías y las redes sociales, tan de moda últimamente, también pueden ayudar?
Las nuevas tecnologías y las redes sociales nos permiten nuevas formas de acercamiento para, por ejemplo, difundir la aventura de la Carrera al Polo Sur. Con unos amigos hemos preparado unos blogs, cuentas de Facebook y de Twiter donde recreamos en boca de dos periodistas las vicisitudes que atravesaron las expediciones de Amundsen y Scott.